La antigua la tradición del beso debajo de una rama de muérdago adquiere en esta ocasión una vuelta de tuerca que nunca habíamos esperado, juas. Pasen, vean y tóquense.
Ya desde las épocas de los antiguos griegos, al muérdago se le atribuyen propiedades mágicas vinculadas a la fertilidad y a la potencia sexual masculina. Las famosas Saturnales romanas lo tenían también como protagonista. Esta celebraciones tenían lugar entre el 17 y el 23 de diciembre de cada año y fueron luego cooptadas por el cristianismo, que las terminó instituyendo en la celebración de la Navidad. Claro que la gran diferencia es que, para los romanos paganos, la festividad consistía en pantagruélicos banquetes, intercambios de regalos entre familiares y amigos y ORGÍAS DESCONTROLADAS. Desde siempre, la tradición judeocristiana quitándole la diversión a todo, juas.
Como suele suceder, las tradiciones van mutando a lo largo de los tiempos y las vinculadas con el muérdago no han sido la excepción.
Hoy en día, se dice que, si una pareja se besa debajo de una rama de muérdago en las vísperas de la Navidad, su amor será eterno. Claro que la tradición está signada por la más estricta heteronormatividad y suele referirse exclusivamente a las parejas hombre-mujer. Nada dice la creencia acerca de su supuesta validez en el caso de una pareja del mismo sexo.
La historia de hoy hace caso omiso de ese detalle e incluso va un poco más allá.
El sello Brother Crush (que podría traducirse como "el hermano que te gusta" o algo así) es una de las varias productoras pornográficas que centran su temática en el tema del incesto. Aunque con reservas, porque sus historias nunca vinculan a hermanos carnales sino a hermanastros. En el caso de la escena de hoy, el hermanastro mayor es Taylor Reign (tal vez los más memoriosos lo recuerden de otras épocas en las que se hacía llamar Alex Vaara) y retoma la vieja tradición para echarle mano al bomboncito de Mason Dean, que desconoce por completo las virtudes mágicas de la plantita de marras.
Pero Taylor, como buen hermano mayor, asume la responsabilidad de instruir al jovencito. Le explica entonces sobre la necesidad de besarse debajo de la rama de muérdago y el inocente Mason le sigue la corriente sin ofrecer resistencia. Tan sumisa es su actitud que su hermanastro se siente incentivado para ir más allá del beso. Entonces se arrodilla y empieza a saborear el bastón de caramelo de su hermano y, finalmente, todo termina en un garche hermoso gracias al cual no quedarán dudas acerca del poder afrodisíaco de la planta parásita, jeje.
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Hemoso cuento navideño, Aunque yo creo esos ni hermanos ni hermanastros ni naaa... Como decimos en mi pueblo: "Esos dos se parecen lo que un Higo a una Castaña" jajaja.
ResponderBorrarBesitossss !!!!
Aquí no tenemos mucha afición al muérdago por Navidad. Lo he visto solo en las peli de Hollywood y siempre lo había asociado a las tradiciones anglosajonas. No sabía que tuviera una tradición romana, que al fin i al cabo es la nuestra.
ResponderBorrarMenudo pollón tiene ese jovencito, entiendo que el hermanastro lo deseara... Hmmmm
Un abrazo.