Hasta que llegue mi hermano

La historia de hoy nos presenta una fantasía clásica entre los chicos gays. Salvo para algunos (como yo) que somos hijos únicos y no tenemos hermanos, juas. Pasen y vean.

De los cuatro putos que vivimos en esta casa, tres declaran haber tenido fantasías sexuales con los amigos de sus hermanos. En el caso de una de ellos, sabemos bien que supo llevar la fantasía a lo concreto y también nos anoticiamos recientemente de que Thiaguinho alguna vez le hizo una paja a un ex novio de su hermana. ¿Cuenta eso como relación sexual? En casa, las opiniones están divididas.

En mi caso particular, como ya se sabe, no tengo hermanos y técnicamente tampoco pude emular a Fede, quien no solo fantaseaba con los amigos de su hermano sino también con los hermanos de sus amigos. Una vez traspuesta la barrera de la pubertad, la rigidez evangélica de doña Elena me libró de esos trabajos manuales. Para ella, los chicos de Turdera no eran apropiados ni sus familias confiables en tanto no compartieran la fe de su Cristo. De modo que, hasta bien entrada la adolescencia, la amistad siempre fue algo que les sucedía a los otros. Y cuando por fin pude disfrutar en carne propia esa maravillosa experiencia, mis amigos y yo andábamos por las esquinas satisfaciendo las fantasías sexuales de los clientes, juas. Eso sin mencionar que ninguno de nosotros tenía ya relación estrecha con la familia, de manera que hubiera sido imposible conocer al hermano de nadie que lo tuviera. Es más, el único hermano que recuerdo haber conocido fue el de Tatiana, una nenita trans que se fue de la casa a los catorce y se montó como mina con la ayuda de unas putas de Ensenada. Al hermano lo conocimos una noche en que la fue a verduguear porque se había muerto el padre. Estaba en pedo el pobre tipo, pero igual le tuvimos que dar unos sopapos para que se fuera y dejara a nuestra amiga tranquila. Yo era pendejo todavía y la tuve escondida durante unos cuantos días en la casa deshabitada que había sido de mi padrino, hasta que estuviéramos seguros de que el chabón ya no volvería a molestar. Y seguro que se habría quedado un tiempo más si no hubiera sido descubierta por mi vieja que (sin duda advertida por alguna vecina boquifloja) descubrió la razón por la que yo pasaba tanto tiempo fuera de la casa.

O sea que yo, ni amigos de hermanos ni hermanos de amigos. Lo que sí tuve fue garche con compañeros de escuela y con hermanos de compañeros de escuela. Y en alguna ocasión, con los dos a la vez. Pero ese es otro tema.

La historia de hoy ya arranca calentita. Lo primero que vemos es al bomboncito de Logan Cross (al que ya vimos en ediciones pasadas de BANANAS, aunque creo que solo una sobrevivió en esta versión no censurada todavía). El bomboncito, como decía, sale de la piscina completamente desnudo (lo cual siempre es una caricia al alma) y se tiende a tomar el sol. Es increíble lo hermoso que se ve ahí tendido con ese culo esponjoso expuesto como una manzana prohibida que solo puede invitar al pecado jajaja. Tendré que coordinar con mis maridos una publicación especial para Logan, que bien merece tener su sitio destacado en este blog.

¡Bueno! ¡Pero no nos distraigamos, que estábamos con la vista del culito de Logan junto a la piscina! Justo en ese momento, entra en escena un verdadero DIOS OLÍMPICO  que los mortales suelen conocer con el apelativo de Steve Rogers. ¡Por los Sagrados Vellos Púbicos de Nuestro Santo Patrono del Maculado Pedazo! ¡QUÉ TREMENDO CHONGO SE COME HOY ESA PUTITA DE LOGAN!... Perdón... Me dejé llevar por la emoción. Pero es que ese torazo lleno de músculos y tatuajes lo hace a uno perder el control. Steve es un amigo del hermano de Logan, el cual parece estar ausente de momento. Por fortuna para nosotros, el chongazo decide quedarse a esperar que su amigo regrese. Aunque por la manera en que empieza a concentrarse en el culo de Logan se diría que sus intenciones son bien otras.

Logan no es ajeno a las miradas insistentes y le saca conversación. Típico de los machotes reprimidos, que ven flaquear su masculinidad ante cualquier miradita insinuante por parte de otro portador de pene, Steve rehusa ir directamente al grano y (tal como suele suceder habitualmente) es la pasiva la que tiene que asumir el control de la situación. Es Logan el que propone ir al interior de la casa para "charlar más relajadamente" hasta que llegue su hermano.

Obvio que Steve acepta la invitación y, una vez instalados en un cómodo sofá, aún con ese cuerpazo imponente que el gimnasio le ha fabricado, asume el rol del niño inocente que no sabe nada de "las cosas de la vida" y se deja seducir por los avances nada discretos del rubiecito comilón. Lo que viene después es de imaginar: una sesión de sexo sumamente ardiente en la que Logan lleva la batuta. Más exactamente, la tremenda y apetecible batuta de Steve, que sabrá reconocer la tersura y la calidez de las cavidades de Logan hasta derramar todo su entusiasmo con relajada confianza.

A decir verdad, Steve también merece su edición especial.

Nos tendremos que poner a trabajar.

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